ostirala

Discurso de Andreu Nin en congreso de la Internacional Sindical Roja (Moscú, 1928)

"Hoy, exactamente igual que ayer y que mañana, la tarea más importante del proletariado de todos los países es defender la solidez de la revolución mundial, la revolución rusa. Pero para defender la ciudadela de la revolución mundial, la revolución rusa, no basta con el optimismo oficial de quienes creen a ciegas en todo lo que se les dice. Los enemigos de la revolución no son sólo aquellos que la atacan constantemente, sino también aquellos que lo aceptan todo sin discusión, con una fe ciega."
Andreu Nin
INTERVENCION DE ANDREU NIN EN MOSCU (1928)
ANDREU NINen HITZALDIA MOSKUN (1928)


"Intervención oral de [Andreu] Nin en el congreso de la

Internacional Sindical Roja (ISR), reunido en el Palacio de los
Sindicatos de Moscú, del 17 de marzo al 3 de abril de 1928.
Ignoramos la lengua en la que Nin se expresó en el congreso. El
texto se reprodujo en alemán en una recopilación de las
intervenciones del congreso, editada por la ISR, que se vendía
en Alemania a través de la Führer Verlag, establecida en Berlín."

"Traducción del alemán de Isabel Romero. Publicado en Protokoll uber den 4 Kongress der Roten Gewerkschafts-Internationale. Verlag der Roten GewerkschaftInternationale, Moskau, 1928."





Camarada Andreu Nin, miembro del Comité ejecutivo:

Camaradas, en primer lugar me gustaría hacer algunas
apreciaciones al discurso pronunciado ayer por el representante
de España, el camarada Ramos. El camarada Ramos habló en nombre
propio y en nombre de la Federación de Trabajadores de Madrid.
No obstante, el camarada Ramos no trasmitió la opinión oficial
de los militantes de la Internacional Sindical Roja (ISR) en
España. El camarada Ramos ha intentado justificar ahora, después
de cinco años, la línea sindical errónea de la anterior
presidencia del partido en España, es decir, la línea que en su
momento fue rechazada por el Partido y por la Internacional. He
estimado necesario hacer estas apreciaciones para llamar la
atención a los delegados sobre el significado de la exposición
del camarada Ramos.

Ante todo quiero decir que estoy completamente de acuerdo
con las tesis del Comité ejecutivo, y con la línea táctica que
ha fijado.

Me limitaré a realizar algunas observaciones sobre el
informe del camarada Losovsky [ Лозовский ], especialmente sobre la cuestión
de la relación de fuerzas entre Amsterdam y la ISR.

También creo que el camarada Losowsky menosprecia la
influencia de Arnsterdam.

Me parece que esta cuestión no se puede resolver con simples
cálculos aritméticos: cuántos millones tiene Amsterdam y cuántos
Moscú. Aquí se trata de cuestionar qué posiciones estratégicas
debemos adoptar.

Pese a que en el transcurso de los tres últimos años y
medio, la ISR --y esto queda fuera de toda duda-- ha progresado de
modo significativo en Occidente, en Latinoamérica, etcétera, no
es menos cierto que en Europa, en los países capitalistas de
primer orden, no sólo no hemos hecho grandes progresos, sino que
incluso se ha manifestado un retroceso. Así ha ocurrido en
Alemania, Checoslovaquia y Francia. Esto no significa que yo
vaya a extraer las mismas conclusiones que los camaradas Heckert
y Tomann. Por su forma de actuar se diría que a los camaradas
Heckert y Tomann les asusta el poder de Amsterdam. Pero si
Amsterdam sigue siendo fuerte en algunos países capitalistas es
por la simple razón de que en estos países el capitalismo todavía
sigue siendo fuerte. Nos encontramos ahora en un período en el
que el capitalismo se ha estabilizado relativamente, y Amsterdam
es además el exponente de esta relativa estabilización. Sin
embargó, las conclusiones que los camaradas Heckert y Tomann
extraen de esta situación son erróneas. La política que ellos
juzgan recomendable es la política de la impotencia, de la
pasividad, la de "dejar que las cosas sigan su curso". Ésta no
es la voz de los representantes de un movimiento revolucionario,
preparado para enfrentarse a las dificultades que el capitalismo
y sus defensores presentan al movimiento obrero, y a los
reformistas que ponen trabas en nuestro camino.
Yo creo, y ha de decirse con toda claridad desde esta
tribuna, que las tesis por las que abogan representan un
importante cambio en nuestra estrategia. Me parece que muchos
camaradas no son todavía conscientes de ello. Se trata de un
profundo cambio de orientación de nuestra propia táctica, de un
cambio de orientación de la izquierda, de un cambio de
orientación claro y muy decisivo. Se trata de reprobar la
política del retroceso, la política de los compromisos, de una
política que además es fruto del temor a los reformistas. Las
tesis que el camarada Losovsky ha presentado en el congreso, en
nombre del Comité ejecutivo, condenan decididamente esa política.
Los camaradas Heckert y Tomann, en principio, han
manifestado su acuerdo con las líneas tácticas propuestas por el
Comité ejecutivo; pero favorecen una auténtica política
oportunista, una política a la que ha de ponerse fin de una vez
por todas. Hemos de luchar con decisión contra la táctica
oportunista, contra la táctica de capitulación ante los
reformistas.

El camarada Losovsky ha aportado una buena y exhaustiva
muestra de los cambios que en el transcurso de los últimos tres
años se han producido en casi todos los países. La imagen
esbozada por el camarada Losovsky es extraordinariamente
ilustrativa. En el transcurso de estos tres años hemos observado
en todos los países la aparición de giros oportunistas y,
asimismo, orientados hacia la derecha.

El camarada Heckert, siguiendo la táctica de nuestro
camarada alemán, intentaba señalar algunos de estos giros a la
izquierda, pero nos ha dado un ejemplo tan exiguo que no prueba
nada. En los tres años transcurridos es difícil achacar fallos
a la izquierda. Hemos seguido una línea coherente en todos los
países, pero en todos hemos observado un giro hacia la derecha.
¿A qué se debe esto? Tiene que haber una razón. Y es que,
evidentemente, se ha sobrestimado la estabilización del
capitalismo. Se ha sobrestimado la estabilización capitalista, y por lo
tanto, la fuerza de Amsterdam. Me gustaría dar algunos ejemplos
de estos virajes no recogidos en el informe del camarada
Losowsky.

Creo, por ejemplo, que el camarada Losowsky no ha hecho
mención de los giros oportunistas observados en la región de los
Balcanes. En algunas ocasiones, nuestros camaradas han juzgado
recomendable liquidar nuestra organización revolucionaria e
ingresar en la organización de Amsterdam.

En Checoslovaquia hemos visto, por ejemplo, que en las
elecciones de los comités de empresa, nuestros camaradas,
pertenecientes a los sindicatos revolucionarios, han votado a
favor de la lista de los sindicatos reformistas para no mostrarse
desleales con los sindicatos de los que eran miembros. Voy a
citar a continuación otro caso.

Ya en la primavera del año pasado nos enfrentamos en
Inglaterra --creo que el camarada Losowsky no ha hablado de ésto-- a
un duro golpe, provocado por la exigencia del Comité central
de las Trade Unions de que los sindicatos locales abandonasen las
acciones minoritarias. Esperábamos que esto no llegara a ocurrir,
pero todo fue una vana ilusión, alimentada además a lo largo de
todo este año a través del comité anglo-ruso. No es ningún
secreto que en la mayoría de nuestros países se ha sobrestimado
la importancia del comité anglo-ruso, por desconocimiento del
propio comité. Muchos camaradas creían que la izquierda de
Amsterdam, y especialmente la izquierda del Comité central de los
sindicatos ingleses, se componía de elementos que debían
considerarse como "casi" comunistas. En algunos países se había
apreciado una tendencia a reprimir nuestra crítica contra el
movimiento de la izquierda de Amsterdam. Se apreciaba cierta
tendencia a considerar los sindicatos revolucionarios, las
organizaciones de la ISR, como un obstáculo en la lucha por la
unidad sindical, por una UNIDAD escrita con mayúsculas, por una
abstracta unidad contra la que Losowsky se ha pronunciado con
toda razón.

Posteriormente hemos observado una decidida, segura y clara
tendencia a liquidar la ISR. De esa tendencia no ha hablado
nadie. Se ha presentado aquí al camarada Walcher como chivo
expiatorio. Y con ello no estoy defendiendo al camarada Walcher.
No puedo compartir sus posiciones. Pero el camarada Walcher ha
planteado esta pregunta. ¿qué hubiera sucedido en 1925 si los
sindicatos rusos hubieran decidido ingresar en la Internacional
de Amsterdam? La conducta del camarada Walcher no es en absoluto
casual, no tiene nada de extraordinaria. El camarada Walcher ha
hablado más abiertamente que otros camaradas, que hoy aún piensan
que los sindicatos rusos deben entrar en la Internacional de
Amsterdam, y que ese ingreso puede proporcionar la unidad de los
sindicatos.

El camarada Walcher ha sido simplemente más sincero al decir
lo que pensaba. Por lo demás 1 se ha permitido expresar esta
tendencia, imperante durante cierto tiempo en Francia, donde se
había aconsejado claramente la disolución de la CGTU y que
posteriormente también fue clara en Checoslovaquia, donde muchos
camaradas no hicieron nada por reforzar los sindicatos
revolucionarios, y que finalmente se hizo patente también en
Rusia, donde muchos dirigentes del Comité central de los
sindicatos --militantes con capacidad de decisión-- abogaron por
liquidar la ISR y se manifestaron a favor del ingreso de los
sindicatos rusos en la Internacional de Amsterdam.

[Koselev: ¿cuándo?]. El camarada Koselev me pregunta cuándo
fue eso. Fueron tan hábiles que no lo recogieron en ninguna
resolución [escrita]. Pero sí que podemos recordar la época en
que, en el transcurso de una reunión, nos decían: ¿cuándo pensáis
liquidar la ISR? No soy hombre al que se le pueda venir con ese
tipo de preguntas. Conozco bien los procedimientos internos.
He de decir aquí -con toda franqueza- que en los últimos
tres años y medio no se ha llevado a cabo ninguna tarea conjunta
entre los sindicatos rusos y la ISR. Contamos con un buen número
de camaradas pertenecientes al Comité ejecutivo de la ISR a los
que no hemos visto nunca, o casi nunca, en las asambleas. Para
ellos era seguramente más fácil coger el tren hacia Inglaterra
que subir de la cuarta planta del Palacio de los Sindicatos a la
quinta.

Este es un hecho sobradamente conocido. En realidad me
sorprende esta tendencia --ahora en declive-- de los camaradas
rusos, ya que las enseñanzas de los últimos años han sido
demasiado penosas. Esto está muy claro. Dado que las tesis del
camarada Losowsky presentan la línea correcta de nuestra táctica
futura, espero que los camaradas rusos las aprueben, que cambien
su anterior actitud, y también que hagan todo lo necesario para
hacer realidad dichas tesis.

Camaradas, dado que sólo dispongo de veinte minutos, me
siento en la obligación de limitarme a puntualizar mi postura
respecto a las tesis que ha presentado el camarada Losowsky. Una
vez más considero necesario apuntar la conveniencia de que, por
ejemplo, un camarada de los sindicatos rusos nos describa las
experiencias que se han llevado a cabo en el movimiento sindical
de la Unión Soviética durante los últimos tres años y medio. Han
venido camaradas de muchos países para darnos a conocer las
dificultades, los problemas y los cambios que han observado en
sus países de origen. Pero aquí, en este congreso internacional,
no hemos visto aún a ningún camarada ruso.

[Interrupción: Gigsburg]. El camarada Gigsburg me dice que
él lo ha hecho: el camarada Gigsburg nos ha proporcionado un
informe muy breve sobre los logros de los sindicatos rusos en
estos tres últimos años. Pese a todo, su informe ha sido
demasiado sumario y no puede satisfacer a nadie, especialmente
tratándose de un congreso internacional. Estamos hablando de las
fecundas experiencias de los sindicatos rusos. Ellos son los
primeros que han conseguido llevar a cabo la revolución en un
país, a saber, en el país de la dictadura del proletariado. Los
obreros de todos los países deben aprovecharse de sus
experiencias. No es necesario hablar de los logros de los
sindicatos rusos. Pero espero que algún camarada ruso nos dé a
conocer también la cara negativa, no para criticarla, sino para
extraer las enseñanzas necesarias y pedir el apoyo del
proletariado internacional. Debemos señalar los cambios de
orientación, aquellos errores que hayan incidido en ellos y que
hayan incidido, asimismo, en el movimiento de los sindicatos
rusos.

El camarada Losovsky lo ha dicho muy claramente: no debemos
derrumbarnos ante las críticas, y aún menos cuando ello puede
redundar en beneficio de nuestros enemigos. Precisamente por esto
nos distinguimos de los de Amsterdam. El camarada Losowsky
también ha dicho: no debemos halagarnos mutuamente.
Todos conocemos los aspectos positivos de los sindicatos
rusos. Pero hubiera sido necesario mostrar los aspectos negativos
--hay, sin duda, algunos-- que se observan en la tarea realizada
en los últimos tres años. Basta con leer nuestra prensa, "Pravda"
o "Trud" para darse cuenta que también en nuestra patria, en la
Unión Soviética, se están produciendo un gran número de
adulteraciones. Hemos visto constantes atentados contra la
democracia sindical. Hemos constatado hechos realmente
escandalosos en el movimiento sindical ruso. Debe quedar claro
que los sindicatos rusos han luchado contra esas adulteraciones
con especial ahínco; pero no cabe ninguna duda de que sería de
suma utilidad para el movimiento sindical revolucionario sopesar
estas experiencias, y que sería conveniente dar a conocer desde
esta tribuna las dificultades, para ayudar al proletariado ruso
a superarlas.

Nos encontramos en una situación verdadera y
extraordinariamente difícil. Habéis visto en los últimos años
como se recrudecen los ataques del capitalismo internacional
contra la república soviética. Estamos hablando de la
organización de un bloqueo económico, es más, hasta de la
preparación de una intervención armada en la Unión Soviética.
Hoy, exactamente igual que ayer y que mañana, la tarea más
importante del proletariado de todos los países es defender la
solidez de la revolución mundial, la revolución rusa. Pero para
defender la ciudadela de la revolución mundial, la revolución
rusa, no basta con el optimismo oficial de quienes creen a ciegas
en todo lo que se les dice. Los enemigos de la revolución no son
sólo áquellos que la atacan constantemente, sino también aquellos
que lo aceptan todo sin discusión, con una fe ciega.

Hace muy poco --voy a hablar, una vez más, con mayor
precisión-- presenciamos como se establecía la contrarrevolución
en el interior del país. Vimos como se destruía casi por completo
el plan de construcción del socialismo.

Seguimos con inquietud el caso de sabotaje económico que
sufrió la región de la cuenca del Donbáss. Aquí lo grave no fue
que algunos ingenieros recibieran dinero del capitalismo
extranjero para organizar la contrarrevolución, lo peor fue que
--hay que leer la prensa rusa de aquellos días para darse cuenta
de ello-- todo fue posible porque los sindicatos estaban
completamente aislados de las masas obreras, porque las
organizaciones de masas de los obreros que protestaban no
hicieron caso alguno, porque los obreros eran apartados
sistemáticamente del control de la producción. No quiero hablar
más sobre esto. Sólo tenéis que pedir los últimos números de
"Pravda" o de "Trud" -el último dice hoy en un editorial: "es
necesario acabar con esto de una vez por todas"--
para comprender el peligro que representa, para la construcción
socialista y para la revolución mundial,
la falta de democracia en los sindicatos,
y la exclusión de las masas de trabajadores de la construcción
del socialismo.

Camaradas, los representantes de los sindicatos
revolucionarios de todos los países deben darse cuenta de la
situación, deben identificarse con ella, y ayudar a los camaradas
rusos a proseguir la lucha que han emprendido contra los giros
que amenazan la construcción del socialismo por las propias
masas. Desde una perspectiva internacional, en este momento
conocemos los puntos en los que la Unión Soviética se ve aislada;
sabemos en que puntos el capitalismo internacional redobla su
ofensiva contra la Unión Soviética. Y sólo contamos con una única
esperanza, la esperanza depositada en la clase obrera
internacional. Por consiguiente, en este momento, queda sólo una
única vía: el fomento de la democracia en los sindicatos, la
activa participación de los sindicatos en la construcción del
socialismo, la activa y viva participación de las grandes masas
obreras en la construcción socialista. Sólo así será posible
acabar con cualquier nuevo intento contrarrevolucionario, porque
cualquier intento de lucha será vano frente a la voluntad de los
obreros. Por otra parte necesitamos adoptar una linea clara y
concreta que refuerce nuestra organización revolucionaria, una
línea que sea clara y concreta frente a todos los giros
oportunistas, contra la idea abstracta del concepto de unidad,
capaz de atraer a las masas.

Camaradas, voy a concluir repitiendo que de lo que se trata
aquí es de dar un giro hacia la izquierda. Las tesis del camarada
Losowsky nos indican el camino que debemos recorrer. Se trata
de que no aceptemos tales tesis como si fueran una resolución
más, sino que las hagamos realidad. Todos los camaradas deben
decirse: se trata de un cambio de orientación, y de nosotros
depende ahora emprender ese cambio con las ventajas más
favorables para la clase obrera y para la revolución. (Aplauso
irónico). ·
--Andreu NIN; Mosku (1928)

Proletalgoa eta Kataluniako arazoa



EL PROLETARIADO Y EL PROBLEMA DE
CATALUÑA

Editorial de El Soviet nº 4
12 mayo 1932
[...]

La lucha por el reconocimiento del derecho de los pueblos a disponer de sí
mismos, no es más que uno de los aspectos de la revolución democrática en
general. La experiencia de estos últimos meses ha venido a confirmar una
vez más que la burguesía no sólo no puede llevar a cabo esta revolución,
sino que la sabotea conciente y sistemáticamente. En la lucha por el
derecho de Cataluña a disponer de sus destinos, el proletariado español
debe ocupar una posición de vanguardia, demostrando a las masas
trabajadoras y a la pequeña burguesía radical, que sólo la toma del poder
por la clase obrera y la instauración de su dictadura puede resolver, como
lo ha demostrado la experiencia rusa, el problema de las nacionalidades.
 
   Si en estos momentos la clase trabajadora de las regiones no catalanas,
hiciera el juego a los elementos reaccionarios que sostienen el unitarismo
absorbente y regresivo, que nos ha legado la monarquía, cometerían el
mayor de los crímenes contra la revolución.

   Pero tampoco sería menor el crimen del proletariado catalán si, olvidando
los intereses superiores que le unen con los trabajadores de toda la
península, atenuara en lo más mínimo su lucha irreconciliable de clase, en
aras de la “unidad nacional” con la burguesía de Cataluña.

CONTRA EL CHOVINISMO CATALÁN Y EL IMPERIALISMO
ESPAÑOL.

POR EL DERECHO DE CATALUÑA A DISPONER DE SÍ MISMA
POR LA SOLIDARIDAD DE TODOS LOS OBREROS ESPAÑOLES,
LA LUCHA COMÚN CONTRA TODAS LAS FORMAS DE OPRESIÓN
Y POR LA REVOLUCIÓN PROLETARIA

Tales deben ser las consignas de la clase trabajadora
El proletariado y el problema de Cataluña
editorial de el soviet nº 4 según Edicions Internacionals Sedov

12 mayo 1932