Esteban Bilbao etiketadun mezuak erakusten. Erakutsi mezu guztiak
Esteban Bilbao etiketadun mezuak erakusten. Erakutsi mezu guztiak

asteartea

LA UNIFICACIÓN COMUNISTA



Manifestazio bat Donostian, 1930eko hamarkadan.
"Bizi bedi Internazional Komunista", eta bertze aldarrikapen batzuk.

 

 

Esteban Bilbao

uno de los fundadores del Partido Comunista en Euskal Herria

LA UNIFICACIÓN COMUNISTA
( CARTA A UN CAMARADA )


 


Ediciones Comunismo

Madrid

Opúsculo de 16 páginas, sin fecha,

firmado por el autor en marzo de 1932



Blog honen ardura da esaldiak kolore gorriz nabarmentzea.

Secundando las instrucciones dadas al partido español por la Internacional Comunista en su «carta abierta», se ha comenzado con gran intensidad, es decir, ferocidad, la campaña contra todos los «trotskistas». Se ponen a contribución todos los medios que el apoyo exterior puede facilitar. No se repara en procedimientos; incluso se recurre a las injurias más ofensivas contra los oposicionistas, acusándoles de delatores y agentes de policía. Toda la Prensa, los discursos y los folletos que se anuncian están inspirados en este odio salvaje a los principios que defiende la Oposición Comunista de Izquierda Internacional y su Sección española.

No disponemos ni de la fuerza numérica ni de los medios materiales de que dispone el Partido. Sin embargo, tenemos la firme convicción de defender los ideales del proletariado revolucionario, y ni la violencia periodística y verbal ni la violencia física pueden hacernos cesar en nuestra acción. Estamos dispuestos a defender hasta sus últimas consecuencias nuestros principios y puntos de vista. Frente a las infamias que en torno nuestro difunden los elementos oficiales, aportaremos nuestros puntos de vista, que a la luz de la experiencia nacional e internacional se han acreditado como justos.

En este folleto nuestro camarada Esteban Bilbao expone, en forma de carta, a un camarada, los problemas en relación con la unificación comunista, y explica y desarrolla los orígenes y principios de la Oposición Comunista. Muy en breve publicaremos otro trabajo del camarada Fersen, bajo el título de «El trotskismo y el partido oficial». A éste seguirán otros, en los cuales, y de forma popular, iremos exponiendo el fundamento de las críticas comunistas que se califican con el nombre de trotskistas.

Cada vez nuestras publicaciones alcanzan una mayor [4] difusión en toda España y en la mayoría de las Repúblicas americanas. Es preciso que el núcleo de camaradas que con máximo interés siguen desde hace tiempo nuestra actividad, y que ha progresado extraordinariamente en los últimos, nos ayude resueltamente a llevar a cabo las tareas que nos hemos impuesto. Pedimos a todos nuestros amigos que nos ayuden principalmente a divulgar las publicaciones de la Oposición Comunista. Tenemos la seguridad de que muchos trabajadores comunistas no aceptan todavía nuestros puntos de vista porque no los conocen suficientemente.

E. C.

PALABRAS PRELIMINARES

Camarada: Comprendo perfectamente tu indignación y tu sorpresa ante lo que tú consideras «torpeza y ceguedad del Partido». Esas aparatosas y «hábiles» invitaciones a la «unificación comunista» y a la «constitución de un frente revolucionario», que has leído en Mundo Obrero, La Palabra y demás prensa comunista, y en las cuales no se menciona para nada a la Oposición Comunista de Izquierda, han soliviantado tu candor de militante comunista de buena fe.

Para ti la Oposición Comunista de Izquierda, «a pesar de todo», es, sin ningún género de duda, infinitamente superior al llamado Bloque Obrero y Campesino y a la Oposición de dicho Bloque (?), tanto por la calidad de sus hombres como por el valor revolucionario de sus concepciones, como por la justeza y previsión de sus puntos de vista. Y no te explicas cómo «el Partido», «en sus primeros pasos para lograr la unificación», ha podido «olvidar o desdeñar» una fracción de tanta importancia como la Oposición de Izquierda.

Seguramente entre los militantes oficiales del Partido son muchos los que participan de tus mismas preocupaciones. Y hasta es muy posible que algunos, cándidamente, lleguen a llamar la atención del Comité Ejecutivo, haciéndole ver el «olvido». Pero no hay tal olvido, camarada. [5] Ni olvido ni desdén, créeme. La tolerancia de la Oposición Comunista de Izquierda dentro de las filas oficiales del Partido está más allá de las pobres posibilidades de la dirección nacional. Precisamente la dirección nacional es un simple mandado que no tiene otra misión que impedir por todos los medios que la Oposición hable a los militantes del Partido.

Es indudable que el Partido, el verdadero Partido, los militantes de base que no tienen ciertos intereses particulares, que no están sujetos a ciertos compromisos, desean fervorosamente la unificación comunista. La unificación comunista es la primera garantía del triunfo del proletariado, en efecto. Pero una cosa es la unificación comunista y otra cosa es la sumisión de todos los comunistas al interés de un puñadito de funcionarios con el desacreditado cuento de «la línea política», «la disciplina», &c., &c. Si solamente se tratara de aceptar la imposición de una de las fracciones no existiría problema de unificación, sino una simple cuestión de adhesión. Para ese viaje no se necesitan alforjas, ni tendría sentido la diversidad de tendencias en el campo del comunismo. Precisamente lo que está en tela de juicio y necesita una profunda revisión es lo que la fracción oficial quiere dejar a salvo. Todo ese zurdo tinglado «técnico» que se quiere hacer pasar por estrategia y táctica revolucionarias, esa jerigonza o caló staliniano –social-fascismo, anarco-fascismo, politización, fascización, dictadura democrática, partidos obreros y campesinos bipartitos, bloque de las cuatro clases, integración del kulak en el socialismo, socialismo a paso de tortuga, kulak, ¡enriquécete!, socialismo en un solo país– que se ha puesto en circulación con el pabellón del leninismo; toda esa basura seudorrevolucionaria bajo la cual ha quedado enterrado el marxismo y la dialéctica revolucionaria; toda esa sarta de torpes consignas, combinaciones y maniobras burocráticas, que han acarreado a la revolución desastres en serie y han llevado los partidos a la más completa desmoralización e impotencia y al proletariado a un callejón sin salida, es lo que los funcionarios que constituyen la fracción oficial quieren que se acate sin discusión, como condición previa a la unificación. Para ello acuden [6] al fetiche de la «línea política de la Internacional». Por lo visto, una determinada política se acredita no por sus aciertos, sino por llevar el marchamo oficial. Ocurre con la línea política de la burocracia lo que con la «autoridad»: es un principio absoluto. Y se justifica no por esto o por lo otro, sino, per se, porque sí.

LA «LÍNEA POLÍTICA»

Esta concepción supersticiosa y fetichista de la «línea política» es perfectamente extraña al marxismo. El marxismo es un método científico, revolucionario, incompatible con todo fantasmón o palabra tabú. El marxismo no se casa con nadie ni se presta a alcahueterías. Para el marxismo, una «cosa» se justifica históricamente por su eficacia en el desarrollo de las contradicciones sociales, en sentido del triunfo de las fuerzas progresivas, y no por razones de orgullo, de amor propio o de conservación de prestigios. La crítica es el elemento constante del marxismo. Y la crítica marxista no se detiene ante ninguna clase de «prestigios», máxime si los tales prestigios obstaculizan la ruta del triunfo del proletariado.

Tapar las faltas, evitar la crítica, acumular error tras error y defender a porrazos lo que ha sido mal hecho, con ese procedimiento de la «santidad de la cosa juzgada» –juzgada ante un corro de servidores de manga ancha–, tal ha sido la política «marxista» que trata de ampararse con el timito de la «línea política de la Internacional». Se ignora o se finge ignorar que una dirección «revolucionaria» con el estómago repleto de pecados y de crímenes de lesa revolución no va a ninguna parte si previamente no vomita la podredumbre que lleva en el buche. Los instrumentos de la revolución se afinan y se perfeccionan en la experiencia, en la crítica, y el examen sereno de los acontecimientos históricos, en el estudio y aclaración de las causas y motivos que concurren tanto a los triunfos como a las derrotas. Eliminar autoritariamente la crítica, prohibir el examen para dejar a salvo la responsabilidad de la dirección, para que no padezca el prestigio de las cimas directoras, sólo conduce a cegar las fuentes del [7] conocimiento para hacer inevitables los desastres. Es dar una puñalada por la espalda al marxismo y a la revolución. Esta y no otra es la verdadera línea política de la burocracia directora.

LA INTERNACIONAL DESDE 1923

Camarada, tú sabes bien que desde 1923 han ocurrido en el mundo acontecimientos de importancia decisiva a los cuales ha ido íntimamente unida la suerte del proletariado internacional. Parto de 1923 porque es el año en que se inicia en la Internacional Comunista un cambio radical que coloca el porvenir de espaldas a las lecciones del Octubre ruso de 1917. En 1923, ante una situación francamente revolucionaria, capitula sin lucha la dirección del Partido Comunista Alemán. En 1924 tiene lugar la desdichada aventura putchista de Bulgaria. En 1925, el golpe de Estado de Estonia. En 1926, la huelga general inglesa, ahogada en la salsa reaccionaria del Comité anglorruso. En 1927, la hecatombe de la revolución china, sacrificada al amasijo menchevique con el kuomintang. En 1928, los acontecimientos revolucionarios de Viena. En 1930, la caída de la primera dictadura en España. En 1931, la caída de la monarquía española.

De todos estos grandes acontecimientos, el proletariado salió vencido, ya actuara, ya se inhibiera; los partidos comunistas, deshechos; la Internacional desacreditada, y la contrarrevolución, triunfante. ¿Es posible tomar en serio después de esto la «infalibilidad» de la «línea política» de la Internacional? ¿Conoces tú acaso, camarada, militante oficial de la Internacional, la forma en que actuó la dirección oficial en todos estos descalabros? ¿Sabes qué estrategia y qué táctica empleó? ¿Te has enterado en qué sentido se orientaba la dirección oficial entre desastre y desastre? Seguramente que no.

Nadie te habrá explicado todo esto ni lo habrás leído en ninguna parte. Y, sin embargo, el conocimiento de todos estos pormenores es esencial a la formación de todo verdadero comunista. Tú sólo sabes que «existe» una tal «línea política oficial» imperturbable, siempre inatacable, [8] siempre indiscutible y siempre sagrada, ocurra lo que ocurra en este bajo mundo. Que la simple duda atrae el anatema, la maldición y la excomunión sobre la cabeza del infeliz mortal que tenga la osadía de reclamar pruebas acerca de la autenticidad y validez del fetiche. La eficacia de la «línea política», por lo visto, es como la hermosura de Dulcinea: hay que afirmarla aunque con los ojos se vea lo contrario. Todo es cuestión de la clásica fe del carbonero.

LO QUE SIGNIFICA LA OPOSICIÓN

Pues bien, camarada; si para la Oposición Comunista de Izquierda se hallan cerradas a cal y canto las puertas oficiales de la Internacional es por la sencilla razón de que los oposicionistas no participamos de la fe del carbonero, ni de la manga ancha de los apologistas retribuidos. La O. C. de I. también posee su línea política, y por cierto bien contrastada y bien probada en la piedra de toque de los acontecimientos mundiales. Como que es la línea política que hizo posible el primer triunfo decisivo del proletariado en el antiguo imperio de los zares. Línea política enriquecida por toda la experiencia posterior. Marxismo de pura ley, sin trampa ni cartón. La honrada comparación, a la luz de la crítica de los hechos, de las dos líneas políticas, la oficial y la de la Oposición, sería el mejor curso de política comunista y ahuyentaría la confusión sembrada por los que están interesados en que la charca no se aclare...

Y ahora escucha esta triste verdad de gran tamaño, camarada: la suerte de la revolución proletaria internacional va íntimamente unida a la suerte de la Oposición Comunista de Izquierda. Cuando se atropella a la O. C. de I., la revolución se viste de luto. Los 8.000 bolcheviques que en los presidios y el destierro siberiano agonizan bajo la brutal y reaccionaria imposición de Stalin constituyen el testimonio viviente de la hecatombe de la revolución proletaria en el mundo. Se trata de la destrucción de los compañeros de armas de Lenin que purgan como un horrible delito su fervorosa adhesión al marxismo y a la [9] revolución proletaria. El destierro y el alejamiento forzado de Trotsky de la dirección de la política revolucionaria equivale al mayor paso que haya dado la contrarrevolución en el mundo desde el triunfo de Octubre, es la consecuencia de un verdadero golpe de Estado contrarrevolucionario.

No os regocijéis, compañeros sinceros pero mal aconsejados, cuando la burocracia impide el acceso de la Oposición al Partido, pues inconscientemente participáis de la alegría de los enemigos del proletariado. Quizá también la conducta de vuestros «jefes» tiene mucho de inconsciente, aunque haya por medio un sueldo, una «personalidad» y un «prestigio». En la Internacional hay muchos que defienden lo que no creen para no perder el «destino».

Trotskistak Siberiako deserrian (1928)
En todos los acontecimientos importantes acaecidos en el mundo, y de los cuales ha estado pendiente el porvenir y la suerte de la revolución proletaria, la Oposición de Izquierda jamás dejó de decir su palabra. Con una insuperable intuición supo siempre anticiparse a los hechos, comprender el desarrollo interno de las fuerzas sociales, el proceso dialéctico de los antagonismos, tanto en los períodos de relativo equilibrio como en las derivaciones de los cambios bruscos. Prever y señalar la política adecuada a cada momento histórico, tal ha sido siempre la virtud específica de la Oposición de Izquierda. Ni una sola vez la realidad ha podido desmentir la justeza de los pronósticos y de los juicios de la Oposición. Pero, por desgracia para el proletariado, los movimientos revolucionarios se encauzaron sistemáticamente en el sentido de la catástrofe inevitable. ¿Por qué?

LA REVISIÓN DEL MARXISMO

A partir de la desaparición de Lenin, y debido a una serie de circunstancias desfavorables al curso ascensivo de la revolución, se inicia en el Partido Comunista ruso un verdadero proceso de revisión de la teoría, de la táctica, del método y de la organización del partido revolucionario del proletariado. Una fracción del partido [10] –integrada precisamente por los elementos contra los cuales Lenin tuvo que imponer sus tesis de Abril de 1917 y cuya actitud oportunista y cobarde en el momento de la insurrección «no había sido casual»– logró trepar a la dirección.

Esta fracción imprimió a la política del partido ruso una orientación bastarda y en contradicción con las concepciones fundamentales de la dialéctica marxista y de los puntos de vista que condujeron al triunfo de octubre. De la necesidad de criticar la falsa política de la nueva dirección surgió la fracción de izquierda, en torno a la cual se agruparon los mejores combatientes de la revolución, los que por su clarividencia, su desinterés, su abnegación y su profundo conocimiento de la dinámica revolucionaria y del carácter internacional de los antagonismos sociales, eran los legítimos caudillos del proletariado triunfante. El programa, la táctica y las concepciones de la fracción de izquierda eran las del bolchevismo auténtico, desplazado de la dirección por el grupo centrista. La nueva dirección, oportunista, burocrática y sin principios no hubiera podido mantenerse mucho tiempo de no ser por los procedimientos extralegales introducidos en el Partido.

A pretexto de disciplina y de «orden» se suprimió el derecho de crítica y de libre emisión del pensamiento revolucionario en las filas del Partido, todo para impedir a la fracción íntegramente marxista la exposición de sus puntos de vista. Se seleccionó el personal de los puestos del aparato, tanto del Partido como del Estado, según un criterio artificial y arbitrario, teniendo en cuenta no los méritos, revolucionarios de los militantes, sino el grado de sumisión y obediencia al interés del nuevo grupo dirigente. Todos los organismos del Estado soviético y del Partido –la prensa, la radio, el cinema, el teatro, las escuelas, las universidades, las editoriales, la Policía, los tribunales, &c., &c.– se convirtieron en poderosos instrumentos de falsificación, de calumnia y de coacción contra el ala izquierda del Partido y al servicio exclusivo de la burocracia dirigente. Al mismo tiempo se suprimió la democracia interna en el Partido y se instauró la dictadura de la dirección sobre la base. [11]

La fracción izquierdista, los militantes forjadores del triunfo de la revolución tuvieron que recurrir a procedimientos «clandestinos», para hacer la propaganda de su plataforma política. La represión más inicua y canalla se desencadenó contra la falange de magníficos revolucionarios que ponían por encima de todo el interés supremo de la revolución. Expulsados del Partido, perseguidos, acosados, deportados, desterrados y asesinados, pasaron a ser oposición. Tal es el origen de la Oposición Internacional de Izquierda.

CÓMO SE HA COMBATIDO Y COMBATE A LA OPOSICIÓN

Con las demás secciones de la Internacional se obró de la misma manera. El Partido Comunista ruso, debido a su superioridad y a sus condiciones especiales, siempre ha ejercido la hegemonía directora de la Internacional. Este fenómeno es, desde luego, natural y hasta necesario. Pero a partir del cambio de dirección, la fracción centrista y burocrática del Partido ruso empleó todos sus enormes recursos en corromper y mediatizar las secciones de la Internacional, sometiéndolas a los intereses particulares del grupo dirigente. Los militantes perdieron la facultad de nombrar los Comités superiores. La ayuda económica de la revolución rusa se convirtió, en manos de la burocracia, en un elemento de corrupción y de soborno para sujetar los Comités de las secciones e imponer a los partidos como única política la voluntad usurpadora de la burocracia soviética.

Desde hace años las direcciones oficiales de los partidos comunistas no son otra cosa que encubridores pagados de los desastres a que ha conducido la revolución el grupo burocrático y de las infamias realizadas contra la Oposición de Izquierda. Pero, con todo esto, la Oposición ni calló ni callará. En esta partida está en juego el porvenir de la revolución. Fiel a su misión de alumbrar la ruta de la revolución proletaria, la Oposición de Izquierda expresó su punto de vista con anticipación a los hechos, tanto en lo que respecta a los asuntos interiores [12] del Estado soviético como en lo que afecta a las cuestiones internacionales. La revisión oficial, siempre torpe y con retraso, no tuvo otra preocupación que la de no coincidir con el criterio de la Oposición.

Había que poner de manifiesto la diferencia de las dos líneas políticas. Coincidir hubiera supuesto para la dirección oficial un «desprestigio». Mas como la Oposición, mejor armada en cuanto a conocimiento y perspicacia, marcaba siempre la orientación justa, resultaba que la dirección oficial, al rehuir la línea política de la Oposición, daba de bruces en el fracaso y el desastre. Los acontecimientos daban siempre la razón a la Oposición. La impotente rabia de la dirección oficial se desahogaba desencadenando la represión contra los oposicionistas. Con ello la revolución y el proletariado pagaban el pato. El odio feroz de la burocracia dirigente hacia la Oposición de Izquierda no es otra cosa que pánico insuperable.

La Oposición de Izquierda es el juez implacable que ha de condenar los horrendos crímenes de la burocracia staliniana contra el proletariado. La Oposición de Izquierda demostrará a la faz del mundo el infame contenido contrarrevolucionario de toda la política «antitrotskista» de la burocracia que tiene por jefe a Stalin. Su política honradamente revolucionaria, su crítica valerosa y sin ejemplo le ha costado a la Oposición de Izquierda, a la verdadera dirección de la revolución proletaria mundial, torturas y sufrimientos sin nombre. Por mucha que sea la ferocidad de Stalin y el servilismo de sus criados para tratar de evitar lo inevitable, el veredicto de condenación lo pronunciará implacable el proletariado.

CRISIS CAPITALISTA Y POSTRACIÓN COMUNISTA

No te extrañe, camarada, la postración, el desaliento y el caos que reinan en el seno del proletariado. Dices tú que no te explicas cómo estando el capitalismo en plena agonía en todo el mundo la contrarrevolución triunfa y los partidos comunistas decaen y languidecen. Verdad es [13] que el fenómeno resulta desconcertante al «sano sentido común». Pero es que el «sentido común» de un proletario consciente no es igual al sentido común de la generalidad de los mortales. La lógica formal, el simple razonamiento, aun kantiano, se estrella forzosamente al enfrentarse con los hechos históricos, preñados de contradicciones y antítesis. La lógica de un comunista ha de basarse, no en la «razón humana», sino en la dialéctica revolucionaria. Y para manejar un poco la dialéctica hay que conocer los hechos y el sentido en que se mueven.

A la altura en que nos encontramos, todo comunista que tenga en la cabeza algo más que cuatro frases hechas y media docena de lugares comunes vacíos, debe recapacitar seriamente y hacer el siguiente soliloquio: «Desde hace una partida de años la revolución no ha sufrido más que derrotas en todo el mundo. En Alemania, en Estonia, en Finlandia, en Bulgaria, en Inglaterra, en China, en Austria, en España. De la mayor parte de estos países no tengo idea de que haya quedado algo que se parezca a un partido comunista. En Francia sé que el Partido se ve reducido a la última expresión. Jamás oí hablar del Partido Comunista de los Estados Unidos. En Inglaterra se ha hundido por completo el reformismo. Lo más natural es que el Partido Comunista inglés hubiera arrastrado a los trabajadores. Pero no; son los conservadores quienes han ganado la partida. En Alemania se desmoronan todos los partidos burgueses, pero está a dos dedos del Poder el fascismo, que aniquilará por completo las organizaciones proletarias.

Verdad es que el capitalismo está en franca descomposición. Este fenómeno debiera coincidir con un desarrollo y armamento invencible de los partidos de la revolución. Pero precisamente es lo contrario lo que ocurre. Sin embargo, de creer a nuestros jefes, en los partidos comunistas todo marcha como sobre ruedas. El capitalismo se hunde, los obreros se radicalizan, la revolución avanza, el Partido crece sin cesar y las masas siguen al Partido. Por otra parte, la dirección es infalible; nadie pone peros a la línea política. Los elementos dudosos fueron excluidos. Parece, pues, que no puede haber equivocaciones. Verdad es que existe la Oposición trotskista. Pero ésta [14] está fuera del Partido por contrarrevolucionaria,  y además parece que son pocos. Claro que la cantidad no es el todo; lo principal es estar en lo cierto. Reconozco que en muchas cosas la Oposición tiene razón. Ya no hay discusiones, ni polémicas de fracción, ni siquiera Congresos. ¿Será que todos pensamos ya igual o será que no pensamos ninguno? Se reciben órdenes y circulares de arriba y eso basta. Todo se aprueba por unanimidad, mejor dicho, todo lo hacen «arriba».

Antes, en vida de Lenin, había libertad de crítica y se discutía al propio jefe de la revolución. Los comités y delegaciones se nombraban por voluntad de los militantes. Ahora los dirigentes reciben órdenes de Moscú y las imponen al Partido. Esta moda la ha debido de traer Stalin. Yo no sé de nadie que haya discutido a Stalin. ¿Será infalible como el Papa?

La verdad es que Stalin debe ser algo asombroso. El ha descubierto que Trotsky ha sido siempre un contrarrevolucionario disfrazado. Lo que parece mentira es que Lenin no hubiera caído en la cuenta, tan intransigente como era con toda desviación. Muy vivo tenía que ser Trotsky para engañar al propio Lenin y a todos los revolucionarios. Porque la verdad es que no había un solo comunista que no fuera un ferviente adorador de Trotsky.

LA MODA ANTITROTSKISTA

Ahora todos somos antitrotskistas; es una obligación impuesta en el Partido. La dirección no se preocupa siquiera de si sabemos leer; lo único que le interesa es que los militantes sean antitrotskistas. Yo no sé lo que es el trotskismo y creo que como a mí les pasa a casi todos. Yo siempre he creído que Lenin y Trotsky eran los dos mejores revolucionarios... Francamente, no sé por qué con el partido no se juega limpio. Por lo menos, cuando uno es una cosa debiera saber por qué lo es.

Nos dicen que para estar en la línea hay que ser antitrostskista, que es la única manera de seguir una política justa. Sí; también el año pasado la línea política era la justa y en nombre de ella se combatieron las críticas de [15] los trotskistas y se les trató de contrarrevolucionarios. Bullejos combatió un folleto de Trotsky con un artículo que titulaba: «El decálogo de un menchevique». Bullejos había prometido una serie de artículos para refutar a Trotsky, pero no pasó del primero.

Luego vino la circular del Ejecutivo diciendo que había que cambiar por completo la línea política; que todo lo anterior era completamente falso. Y hubo que empezar a hablar en el sentido propugnado en el folleto de Trotsky y de las críticas de la Oposición. ¿Y por qué no se rehabilita a los que estaban en lo cierto? Y, sobre todo, ¿por qué no se cuenta con los militantes para hacer las cosas? ¿Tendrá razón la Oposición trotskista? Porque ya va picando en historia eso de ir tan bien las cosas y no contemplar más que calamidades sin que tenga uno derecho a que le descifren tan enrevesado enigma. Será cosa de enterarse bien de cuál es el pensamiento de la Oposición. Y, sobre todo, que es estúpido combatir una cosa que se desconoce, sólo porque se lo ordenen a uno.

Sí, camarada, conviene que todos los comunistas recapaciten seriamente y traten de conocer las cosas. Muchas veces, por ignorancia, hace uno lo contrario de lo que sería su deseo. Cuando se desconocen las cosas puede uno incluso perseguir y calumniar a su mejor amigo; depende de la intención y del interés de la mano que le guíe. Es necesario no confiar excesivamente en los dirigentes, sobre todo cuando sólo piden obediencia...

¡Ah!, y no tomes mucho a pecho el olvido en que a los oposicionistas nos tiene el Comité Ejecutivo del Partido. Ellos, los pobres, no pueden hacer otra cosa porque entonces dejarían de ser lo que son, perderían la colocación. Los miembros del C. E. no hacen más que obrar al dictado, no se pertenecen, no están en posesión de su «libre albedrío». Son los militantes de base los que han de imponerse.

Saludos fraternales.

Esteban Bilbao.

Marzo de 1932.

larunbata

Róża Luksemburg: "Langile mugimendu modernoaren indar osoa ezagutza teorikoan datza"



Langile mugimendu modernoaren indar osoa ezagutza teorikoan datza. [...] Ezagutza zientifikoa “akademiko” bakar batzuen pribilegio izaten segitzen duen bitartean, alderdia desbideratzeko arriskua izango du. Soilik langile gehienek sozialismo zientifikoaren arma zorrotz eta eraginkorra heltzen dutenean joko dute hondoa makurdura burges-txiki guztiak, korronte oportunista guztiak. Orduantxe mugimendua oinarri sendoetan finkatuko da. “Kantitateak lortuko du”.

Róża Luksemburg: Erreforma edo iraultza; Berlin, 1899ko apirilaren 18a.

 


La gran fuerza, el poder insuperable de la revolución proletaria estriba en que el determinismo universal, que rige la vida en todos los órdenes, ha soldado en una poderosa unidad proletariado, comunismo y ciencia, que bajo el imperio de la necesidad caminan con ritmo arrollador a la conquista del universo.                                                                                  

—Esteban Bilbao, 1932ko otsaila. Comunismo (Órgano teórico de la Oposición Internacional Española) nº9.

On The Road To The Proletarian Revolution (Esteban Bilbao)

[ Esteban Bilbao euskal komunistaren artikulua amerikar prentsan]
"...Defend Iraq Against U.S. Imperialist Attack!..." (ICL. Spartacist league / Spartacus Youth Club)
CLEARING AWAY THE
PETTY BOURGEOIS FOG
ON THE ROAD TO THE PROLETARIAN REVOLUTION

Esteban Bilbao (basque communist)

[...]

T

he proletariat, in order to win, requires an energetic, gifted and disciplined leading party; a party that knows seriously how to calculate the greatness of its mission; a party capable of appreciating at every given moment its own forces and those of the enemy; a party that knows how to throw out of its midst mercilessly, all the demagogic fanfarronade of ignorance; a party which is not amenable to the adulation of incompetents or to the intrigues of arrivists or the struggle among militants for degenerate and contemplible motives; a party, finally which appreciates the merit of each of its men for the intrinsic value which he holds for the revolution and not for the degree of servile obedience which pretends to have. Unfortunately, everything still remains to be done. We must dispel dangerous illusion if the disaster is to be avoided. The Communist party must be an iron weapon, but the truth is that right now it is nothing more than a wooden sword. To the proletariat which, its all, we must expound the naked in the future struggles, will have to risk truth. The responsibility of the people that find themselves today at the head of the Communist party is truly enoromus [sic]. They think that the revolution can be a game of chance. [...]

Bilbo, 1931ko apirila

Esteban BILBAO: The Militant - Organ of the Communist League of America [Opposition]; july 25, 1931 / 1931ko uztailaren 25a

 

 

 
Komitee für soziale Verteidigung (KfsV)

 

EN LA RUTA DE LA REVOLUCIÓN PROLETARIA:
DISIPANDO LA NIEBLA
(Esteban Bilbao)


[...]

E

l proletariado para vencer necesita un partido director enérgico, genial y disciplinado; un partido que sepa serenamente calcular toda la grandeza de su misión; un partido capaz de apreciar en todo momento las fuerzas propias y las del enemigo; un partido que sepa desterrar de su seno, sin piedad, toda fanfarronería demagógica de la ignorancia; un partido al que no puedan tener acceso ni la adulación de los incapaces, ni la intriga de los arribistas, ni las pugnas entre militantes por motivos bastardos y despreciables; un partido, en fin, que aprecie el mérito de cada uno de sus hombres por el valor intrínseco que entraña para la revolución y no por el grado de obediencia servil de que finja estar poseído. Indudablemente que este partido no puede ser otro que el partido comunista. Desgraciadamente, aquí está casi todo por hacer. Hay que desterrar toda ilusión nociva si se quiere evitar el desastre. El partido comunista debe ser, sí, un arma de acero, pero la verdad es que, hoy por hoy, no pasa de ser un cuchillo de madera. Al proletariado, que en las próximas batallas ha de poner toda su carne en el asador, hay que exponerle la verdad desnuda. La responsabilidad de los hombres que se hallan hoy al frente del partido comunista es verdaderamente enorme. piensen que la revolución no puede ser un juego de azar. [...]

 

Esteban Bilbao, en En la ruta de la revolución proletaria: Disipando la niebla; Bilbo, abril de 1931 /1931ko apirila

 

(Comunismo nº1, mayo de 1931, vía Revista COMUNISMO (1931-1934) La herencia teórica del marxismo español)

"Stalinism undermines the workers st..." (Spartacist)

astelehena

Los objetivos democráticos de la revolución (Esteban Bilbao)


LOS OBJETIVOS DEMOCRÁTICOS
DE LA REVOLUCIÓN

por Esteban Bilbao en ‘Comunismo’,
órgano teórico de la Oposición Internacional en España


[...] En la época en que vivimos ninguna revolución puede triunfar sin llevar al poder a la vanguardia del proletariado: el partido comunista. [...]

      Hay que dar solución a las cuestiones de orden democrático-burgués, cuestiones que requieren una acción revolucionaria, cuestiones de las cuales están pendientes las masas populares, cuestiones en torno a las cuales los partidos realizan la labor de atracción. Sin duda que estas cuestiones democráticas pertenecen a la etapa de la revolución burguesa. Pero es que en España nos encontramos ante esta aparente paradoja: las etapas de la revolución burguesa están sin cubrir, pero la burguesía, aun la más radical, es incapaz de actuar en sentido revolucionario, ni aun en burgués. Es el fenómeno en todos los países de economía retrasada, donde la burguesía no ha hecho su revolución y ha vivido gozando del poder in partibus con los residuos del mundo feudal. Si la burguesía no hizo su revolución en la época correspondiente a la plenitud de sus fuerzas progresivas, ¿cómo esperar que la realice en la época de su decrepitud, cuando el sistema burgués de la propiedad carece ya de justificación histórica y el proletariado se apresta a servirle de sepulturero? Hoy la burguesía no puede tener otra norma de conducta que la máxima del poeta latino: quieta, non movere; y si se mueve será para degollar, si puede, a todo aquel que ataque al régimen. [...]

      El partido del proletariado, el partido comunista, ha de llegar al poder como agente de la revolución democrática.

Esteban BILBAO: Los objetivos democráticos de la revolución               ( ‘Comunismo’, 6. zenbakia, 1931ko azaroa). Antología de  Ed. Fontamara.

trotskistak.blogspot


Lenin. Trotsky.

igandea

Esteban Bilbao: "Historiaren hondoa interes kontrajarriek sortzen dituzten klase ezberdinen arteko borrokan datza"


«G

izaki bakartua ez da existitzen.  Gizaki oro bere baldintza materialek  kondizionatutako klase sozial baten partaide da. Historiaren hondoa interes kontrajarriek sortzen dituzten klase ezberdinen arteko borrokan datza. Nagusitzen den klaseak gainontzekoei ezartzen die bere interesa, interes hori zibilizazioaren oinarri bilakatzen delarik aro historiko oso baterako. Aro horretan, zuzenbideak, justiziak, moralak, erlijioak, arteak, hau da,  gainegitura sozialaren elementu guztiek, klase menderatzailearen interes materialari adierazpena besterik ez diote ematen.»
Esteban Bilbao, euskal trotskista, Nuestra revolución y el peligro anarcosindicalista, ‘Comunismo’, 9. zenbakia
列夫·达维多维奇·托洛茨基

ostirala

E. Bilbao: "La izquierda comunista es la expresión del auténtico bolchevismo"


“La izquierda comunista es la expresión del auténtico bolchevismo, que no se resigna a que la revolución sucumba en manos de una burocracia, que obedece, aun sin quererlo, a los designios de la reacción burguesa”


Donostia, Gipuzkoa


Tesis sobre la dirección oficial del partido.

IIIª Conferencia de la Oposición Comunista Española*
(Esteban Bilbao)


Comunismo, n º 13, Junio de 1932.
La quinta sesión de la III Conferencia decidió reformularla, sin que se volviera a votar.


I

S

ería impropio de marxistas querer explicar la decadencia de la [stalinizada*] Internacional Comunista y la degeneración de la doctrina revolucionaria atribuyéndola a rivalidades personales y a mezquinas intrigas en las cumbres dirigentes. Aunque estos factores no hayan faltado (en todas partes existen), lo que importa es conocer la política general que representa cada tendencia. La lucha de tendencias que se desarrolla en el seno del comunismo tiene causas mucho más profundas que las rivalidades personales. [*]= Nota editorial

La primera ola revolucionaria, surgida a consecuencia de la guerra europea, estuvo a punto de dar al traste con el capitalismo internacional. Esta ola llevó al poder en Rusia al proletariado, apoyado en los campesinos. En los demás países, bien o mal, la burguesía supo resistir y sobreponerse en cierta medida a la ofensiva revolucionaria.

Consecuencia del descenso de la revolución internacional, y, sobre todo, la capitulación sin lucha de la revolución alemana en 1923, fue la reacción en el seno del Partido Comunista Ruso. Este empezó a orientar su política prescindiendo de la revolución mundial. La depresión del movimiento obrero, la pérdida de las esperanzas que en el primer momento habían puesto los obreros rusos en la victoria internacional del proletariado, así como la fatiga producida por varios años de guerra civil, repercutieron en el partido dirigente. El cansancio de las masas del partido y del proletariado en general fue traduciéndose en una menor vigilancia y actividad política, y este fenómeno hizo posible que en el partido y en los organismos del estado soviético creciera y se desarrollara una burocracia formalista y conservadora, compuesta de hombres escépticos y aun de elementos arribistas ajenos a la lucha revolucionaria. Los intereses de las masas y de la revolución fueron poco a poco suplantándose por los intereses específicos de la burocracia dirigente. Las posiciones y la influencia que el proletariado perdía en la dirección política del país, y que se manifestaba por el imperio en el partido de una capa de funcionarios independientes de la voluntad de la base, eran posiciones que ganaba la clase enemiga. El cambio de personas y de métodos en el Partido Comunista Ruso no era otra cosa que el resultado de la adaptación del criterio dirigente a las condiciones impuestas por la reacción y el reflejo de la influencia que en la economía soviética habían ganado los elementos burgueses y pequeñoburgueses surgidos después de la revolución. La burocracia se expresaba, cada vez más, como el elemento encargado de transmitir a la política dirigente la presión de las clases enemigas del proletariado. La nueva dirección del comunismo, hija de la reacción ideológica en el partido, y que pudo imponerse debido a un intervalo de depresión del proletariado, sólo derrotas puede engendrar para la revolución.

II

La represión dentro del partido ruso y de la internacional contra los mejores combatientes de la revolución es ya un matiz de la contrarrevolución. La persecución contra el ala izquierda del comunismo no es más que una forma de llevar al seno de la vanguardia revolucionaria y de traducir al lenguaje de la lucha política el ascendiente, cada vez mayor, de la reacción antiproletaria. La izquierda comunista es la expresión del auténtico bolchevismo, que no se resigna a que la revolución sucumba en manos de una burocracia, que obedece, aun sin quererlo, a los designios de la reacción burguesa.

Nueve años de dominio de la burocracia en las esferas dirigentes del comunismo han dado como resultado la pérdida para el proletariado revolucionario de la mayor parte de las posiciones ganadas por la Revolución de Octubre y de su influencia internacional; tanto en el terreno económico como en el político, como en el teórico. Esto sólo ha sido posible por la exclusión persistente de la plataforma política de la izquierda comunista en la dirección del comunismo. Derrota de la izquierda comunista en la pugna por la influencia en la dirección revolucionaria, y derrota del proletariado internacional en el campo de la revolución, han venido siendo fenómenos idénticos y paralelos. Este paralelismo y esta identidad expresan claramente la filiación revolucionaria de la izquierda comunista, al par que el carácter contrarrevolucionario de la burocracia actualmente dominante. Este paralelismo y esta identidad indican la indisolubilidad de los destinos de la izquierda comunista y de la revolución proletaria. Sólo a medida que en la dirección se vayan imponiendo los criterios de la izquierda comunista irá logrando la revolución levantar cabeza, rehacerse y caminar por la senda del triunfo.

III

Actualmente, las secciones de la internacional no son más que una lamentable y desdichada caricatura del régimen y de la crisis interior del Partido Comunista Ruso. La política de toda la internacional se alinea con arreglo a los mandatos que se vayan sucediendo en las cimas directoras del estado soviético. La consecuencia más importante y grave del cambio de dirección en el comunismo y de la modalidad orgánica y jerárquica inaugurada con dicho cambio, es que la internacional carece de vida propia, y no es más que el instrumento de las luchas internas del partido ruso, en lugar de ser el organismo supremo a cuya autoridad han de estar subordinadas las secciones nacionales. La postiza dirección burocrática obliga al partido a danzar al son de la música que le toque la camarilla de turno en el manejo de los fondos del presupuesto soviético. De aquí resulta la mecanización de los partidos comunistas, que se mueven a impulsos extraños a los que dimanan de la realidad concreta del país a que pertenecen. A los dirigentes de las secciones nacionales, más que el resultado de la dinámica interna del terreno en que actúan, les interesa estar a bien con los dirigentes de la economía soviética. De este modo quedan anulados a un tiempo el partido y la doctrina. La burocracia juzga, no según un análisis y una comprobación, sino según las órdenes que recibe de quien la paga. Este funesto servilismo burocrático priva a los partidos comunistas de su verdadera misión y los convierte en muñecos automáticos, destinados a reproducir una política en cuya elaboración no han intervenido, y que está subordinada a los intereses de la política estrechamente nacional y reaccionaria que práctica en la URSS la camarilla staliniana.

IV

La izquierda comunista internacional encarna la reacción bolchevique contra todas las taras impuestas en los partidos comunistas por un oportunismo que es la expresión de la retirada que ha tenido que operar la revolución rusa ante las fuerzas del capitalismo. Lo que se impone a la internacional a título de “línea política” infalible; todas las confusas teorías creadas en el período de reacción, y que suponen una total revisión, o, mejor, un completo atropello de la doctrina comunista, no es más que el resultado de las condiciones impuestas al proletariado, triunfante en Rusia, por la reacción burguesa. La dirección actual, en lugar de comprender las causas del retroceso y operar una retirada estratégica, llamando a las cosas por su nombre, idealiza el retroceso en un cuerpo de “doctrina” que lanza contra los principios del bolchevismo (que son un obstáculo para la política de capitulación burocrática), presenta como triunfo las claudicaciones, desorienta y confunde al proletariado y le cierra el camino de la victoria. La lucha frenética y sectaria que la fracción burocrática lleva a cabo contra la izquierda comunista (sin perjuicio de adoptar su política y de desnaturalizarla) es la prueba del carácter parasitario y vacilante de esa fracción, que obedece, aun sin quererlo, los mandatos de la reacción antiproletaria. Para poder vivir, la fracción staliniana se ve obligada a ahogar totalmente la voz de los partidos.

La revolución no podrá ponerse de nuevo en pie mientras no cambie el régimen interno de los partidos y se pueda con ello oír la voz de su guía auténtico, la izquierda comunista.

V

Sólo partiendo de la crisis de la Internacional Comunista en conjunto se tiene un firme punto de partida para enjuiciar y remediar la crisis del partido comunista español. Los defectos del partido comunista español no difieren fundamentalmente de los de las demás secciones de Internacional Comunista. En España se aplican las mismas falsas directivas y se cometen los mismos errores que el stalinismo viene cometiendo a una escala internacional. La falta de democracia interior y el burocratismo rutinario, tan acentuado en el Partido Comunista de España, es un rasgo típico del stalinismo. Todo el arsenal de tópicos revolucionarios y de estériles discos que aplica la sección española no son más que la expresión de la falta de iniciativa, de la total mutilación que el stalinismo ha efectuado en los partidos. Con la actual dirección del comunismo no cabe otra actitud. Si el partido español se plantease por su cuenta los problemas de la revolución en España, sería recusado a la primera divergencia de desviarse de la línea política de la internacional, con toda la consiguiente serie de sanciones y expulsiones que ello acarrea.

Por la actuación del partido comunista después de la Dictadura de Primo de Rivera se ha podido ver públicamente que el partido no ha efectuado ningún cambio de política sin haber sido previamente ordenado por la burocracia de la internacional. Si la misma política que bajo la presión de los propios fracasos finge adoptar en un momento dado la internacional fuera preconizada la víspera, sería condenada como una desviación. La impotencia revolucionaria del Partido Comunista de España se deriva del régimen de disciplina burocrática que el stalinismo ha implantado en toda la internacional.
Trotsky boltxebikea, Armada Gorriaren sortzailea
VI

Los comunistas españoles y la clase obrera de España, en general, estaban muy mal preparados para adoptar una posición justa respecto a la crisis del partido comunista. El cambio de curso en el comunismo ruso e internacional acaeció estando España bajo el régimen de dictadura de Primo de Rivera, y, a causa de ello, la lucha no podía tener aquí repercusión. Con el movimiento obrero revolucionario en suspenso (disueltas las organizaciones, perseguidos sus militantes) no se podían aportar elementos de juicio, ni era posible ver en la práctica las consecuencias de las crisis. Cuando se reorganizó el movimiento obrero, ni los mismos comunistas acertaban a encontrar sentido a la lucha de fracciones. De las tres tendencias en que apareció dividido el comunismo español (la que representaba a la internacional, la oposición nacional constituida por la Federación Comunista Catalano-Balear, y la agrupación autónoma de Madrid, y, por último, la que representaba la izquierda comunista), era la posición de la izquierda comunista internacional la que resultaba más incomprensible y falta de sentido. Los elementos descontentos de la actuación del partido comunista tendían a enrolarse en la oposición nacional, es decir, en la tendencia que consideraba un fenómeno estrictamente nacional la crisis del partido, y culpaba de ello a sus dirigentes, juzgando como disolvente y sectaria la posición de la izquierda comunista, para la cual la crisis de la sección española no era más que la consecuencia obligada de la crisis que padecía todo el comunismo militante.

VII

El rumbo seguido por la oposición nacional es la prueba más evidente de la falsedad de su posición. Una de sus organizaciones, la agrupación autónoma de Madrid, se ha disuelto por falta de base política que justificara su existencia. A pesar de que hubo un momento en que la agrupación autónoma representaba todo el comunismo organizado de Madrid, no ha podido mantenerse, porque frente a los errores del partido comunista oficial no presentaba una política propia, o, mejor dicho, la ausencia de una política que se desprendía de querer mantener la crítica en un plano nacional, ha tenido por consecuencia el que la agrupación autónoma fuese languideciendo hasta disolverse.

Muy distinto ha sido el caso de la Federación Comunista Catalano-Balear, otra de las organizaciones de la oposición nacional. Ésta ha logrado vivir y desarrollarse; pero a costa de abandonar su posición inicial y de renegar de los principios vitales del comunismo. El rasgo más saliente de esta organización ha sido el oportunismo más desenfrenado. Como oposición nacional, afirmaba la FCC-B que era sano el régimen y acertada la política de la IC; los errores dimanaban, a su juicio, de la dirección española. Frente a la crítica de la FCC-B, la dirección del partido fue presentando su propia política, sancionada en todo momento por la IC. El resultado de esto ha sido que la FCC-B acabó rompiendo pública y abiertamente con la IC, al ver que su política insincera de adulación y chantaje hacia la alta burocracia internacional carecía de eficacia para asumir burocráticamente la dirección del partido.

VIII

 Lo que importa destacar es que ninguna de las oposiciones nacionales ha podido mantenerse en sus principios. La experiencia ha demostrado que no puede abordarse la crisis del comunismo en un plano nacional, afirmación que ha venido sosteniendo siempre la izquierda comunista. El oportunismo de la FCC-B ha consistido en que se apoyó, primero, en el fetichismo de la internacional, se aprovechó de esta miopía para hacer únicamente la crítica de la dirección española. Cuando se ha ido evidenciando que la crisis del comunismo español estaba indisolublemente ligada a la crisis de la internacional, la FCC-B aprovecha el estado de ánimo hostil a la internacional que se ha creado para renunciar a la unificación de las fuerzas comunistas y romper definitivamente con la internacional y con el internacionalismo. En el II Congreso de la FCC-B, celebrado en abril último, se ha aprobado un documento sobre la unidad de las filas comunistas, en el cual se propone un congreso de unificación de todas las tendencias comunistas, a condición de que el congreso adopte la posición de la FCC-B. Parece que esta organización, en cuanto exista, no renunciará a su vicioso oportunismo, a la duplicidad en el lenguaje, a la táctica de engaño. Habiendo de hecho renunciado a la unificación de las filas comunistas, la FCC-B no renuncia, sin embargo, a seguir explotando la palabra “unidad”, porque sabe que ejerce un gran poder sugestivo en los medios comunistas. Proponer un congreso de unificación a condición de aceptar todos la política de la FCC-B, es una forma torpe de disfrazar el escisionismo. ¿Para qué ir a un congreso de unificación si se sabe previamente que hay que acatar toda la línea política de una de las tendencias? Para hacerlo en esas condiciones es más rápido y sencillo ingresar directamente en la organización cuya línea política hay que aprobar.

IX

Dos cuestiones fundamentales han quedado plenamente confirmadas en la lucha de fracciones comunistas en España:

a) La crisis profunda del partido comunista, que no le permitirá, en tanto no se resuelva, convertirse en una fuerza directiva de la revolución.
b) La exactitud y justeza de la posición de la izquierda comunista al juzgar las causas y el alcance de la crisis.

Ha transcurrido el período agudo de la revolución, período en que e] partido comunista estaba en el deber de estudiar todos los problemas, sin que se hubiere celebrado ningún congreso. Después de una serie inadmisible de aplazamientos, se ha celebrado en marzo último, con el título de IV Congreso del Partido Comunista[1], una reunión, que debe servir para aclarar, aun a los más contumaces, las causas de los aplazamientos anteriores. Internacionalmente, el stalinismo teme la crítica de la base. El complemento natural de su política arbitraria y de la serie de bastardos intereses que se cruzan en la vida del partido, es la supresión de toda democracia. Hace tiempo que los congresos comunistas han degenerado en mítines o reuniones donde se sabe de antemano lo que hay que condenar y aplaudir. A pesar de los graves problemas que tiene planteados el proletariado español, del examen que debiera hacerse del curso del movimiento obrero en estos dos años, de la actividad política del partido y de otra serie de cuestiones de índole interna, se convoca el congreso con un plazo de veinte días, sin una previa elaboración de las tesis ni discusión preliminar de los problemas. El documento que sirvió de base al congreso (glosado por interminables discursos de los dirigentes) fue la conocida carta abierta de la internacional, carta desleal y trapacera, donde se repetían, entre un mar de confusiones, gran parte de la críticas que la izquierda comunista venía haciendo contra la política de la dirección del partido, y se recomendaba, no obstante, como labor específica y casi única, la lucha contra el trotskismo. El congreso ha sido una mascarada que no rectifica, sino que tiende a prolongar y a agudizar los vicios del burocratismo interior.

X

La izquierda comunista, cuya política ha sido totalmente confirmada por los hechos, tiene que ratificarse firmemente en sus puntos de vista. La burocracia staliniana es una fuente de disgregación del movimiento comunista y un elemento de sabotaje de la revolución proletaria. Cualquiera que sea el rumbo que hayan tomado las distintas organizaciones de la llamada oposición nacional, ésta no es más que un producto del sectarismo interesado de la burocracia oficial. Estas oposiciones se apoyan siempre (aunque adoptando una plataforma oportunista) en el sincero deseo de crear un partido comunista unido que existe en la mayoría de los militantes. Esas oposiciones, que constituían al principio una mayoría del partido, fueron excluidas en bloque por la burocracia. La burocracia internacional inauguró sus actividades en la revolución española dejando en cuadro la organización.

XI

            Quien no confunda la internacional y el partido con la fracción staliniana, que constituye una categoría parasitaria, postiza, en contradicción con los intereses revolucionarios del partido, no podrá aceptar sus provocaciones criminalmente escisionistas. El problema de reorganizar el Partido Comunista de España sobre bases democráticas sigue en pie. El punto de partida de la reorganización es la unificación incondicional. Organizar el partido en forma que pueda elaborar su propia política, donde los dirigentes sean, efectivamente, elegidos por la organización; donde la minoría esté sometida a las decisiones de la mayoría, es el deber más apremiante del proletariado comunista español. La reorganización debe emprenderse convocando previamente una conferencia nacional, donde estén representadas todas las fracciones y tendencias del comunismo español. La conferencia nacional ha de elegir democráticamente una comisión provisional encargada de dirigir los trabajos de reorganización del partido y de llevar su dirección política hasta que el partido esté definitivamente reorganizado. La labor de la comisión provisional será la de ordenar los trabajos preparatorios para el congreso nacional del partido, confeccionar el orden del día que ha de ser discutido en el congreso, elaborar los proyectos de tesis y enviarlos a los grupos para su discusión. Después de discutidos todos los problemas del congreso en los organismos de base, se irá a la celebración de congresos regionales de reorganización, y de aquí al congreso nacional del partido comunista, donde, sobre la base de un sano régimen interior, estudiados todos los problemas, se procederá a elaborar un programa de acción política inmediata y un programa general (que todavía no existe) del partido comunista.

XII

Son estas, y no otras, las bases reales para la reorganización y la unificación del partido comunista. Cualquiera que sea el curso que haya tomado la lucha de fracciones y la relación actual de fuerzas, el problema de unificar en un gran partido comunista todas sus tendencias sigue siendo la condición indispensable al triunfo del proletariado.

 




[1] El IV Congreso del PCE, celebrado en Sevilla en marzo de 1932, se dedicó simplemente a acomodar la línea política del partido, al menos sobre el papel, al contenido de la carta abierta del CE de la IC.

 
Trotsky eta Muralov bertze burkide batzuen artean