Lenin Finlandiaren independentziaren
alde
Sobietar Iraultza |
Lenin
FINLANDIA
Y RUSIA
L
|
a actitud de Finlandia hacia
Rusia se ha convertido en tema del día. El gobierno provisional no ha sabido dar satisfacción a la
reivindicación del pueblo finlandés, que por
ahora, no está por la separación, sino tan sólo por una amplia autonomía.
La política
antidemocrática, anexionista, del gobierno provisional ha sido formulada y
“defendida” el otro día por Rabóchaia
Gazeta [=Gaceta Obrera]. Si se
hubiera propuesto “perjudicar” a su defendido, no podría haberlo hecho mejor.
Esta es realmente una cuestión fundamental, una cuestión de importancia para el
estado, que merece la mayor atención.
“El Comité de Organización
entiende —escribe Rabóchaia
Gazeta, en su núm. 42— que el
problema general de las relaciones ruso-finesas sólo puede y debe resolverse
mediante un acuerdo entre el Seim de Finlandia y la Asamblea Constituyente.
Hasta entonces, los camaradas finlandeses [el Comité de Organización
mantuvo conversaciones con los socialdemócratas fineses] deberán tener presente que si se incrementan las tendencias
separatistas en Finlandia, es probable que se fortalezcan las tendencias
centralistas de la burguesía rusa”
Este es el punto de
vista de los capitalistas, de la burguesía, de los kadetes, pero no del
proletariado. El programa del partido
socialdemócrata, precisamente el § 9 del mismo, en el que se proclama el derecho
a la autodeterminación de todas las naciones miembros del Estado, ha sido
arrojada por la borda por los socialdemócratas mencheviques. Han renunciado, en
efecto, a este programa y han tomado partido por la burguesía, lo mismo que en
el problema de la sustitución del ejército regular por todo el pueblo armado,
etc.
Ni los capitalistas,
ni la burguesía, ni el partido de los kadetes, han reconocido nunca el derecho
de las naciones a la autodeterminación política, es decir, a la libertad de separarse de Rusia.
El partido
socialdemócrata, en el § 9 de su programa, aprobado en 1903, ha reconocido este derecho.
Cuando el Comité de
Organización “recomendó” a los socialdemócratas finlandeses un “acuerdo” entre
el Seim de Finlandia y la Asamblea Constituyente, en esta cuestión se pusieron
de parte de la burguesía. Para convencerse plenamente de ello uno tiene
simplemente que comparar la posición de todos
los partidos y las clases principales.
El zar, las derechas,
los monárquicos, no están por un acuerdo entre el Seim y la Asamblea
Constituyente, sino por el sometimiento de Finlandia al pueblo ruso. La
burguesía republicana es partidaria de un acuerdo
entre el Seim finlandés y la Asamblea Constituyente. El proletariado con
conciencia de clase y los socialdemócratas fieles
a su programa están por la libertad
de Finlandia, como todas las demás naciones postergadas, de separarse de Rusia. Esa es una imagen
indiscutiblemente clara y nítida. Con el pretexto de un “acuerdo” que no decide
absolutamente nada —pues, ¿qué harán si ese acuerdo no llega a realizarse?—, la burguesía continúa la misma vieja
política zarista de sometimiento y anexión.
No debe olvidarse que
los zares anexaron a Finlandia como resultado de un pacto con el verdugo de la
revolución francesa, Napoleón, etc. Si estamos verdaderamente en contra de las
anexiones, debemos decir: ¡libertad de
separación para Finlandia! Sólo cuando digamos y realicemos eso, el
“acuerdo” con Finlandia será un acuerdo verdaderamente voluntario, libre, un
acuerdo real y no sólo una farsa.
Solo los iguales
pueden llegar a un acuerdo. Para que el acuerdo sea un verdadero acuerdo y no
un ocultamiento verbal del sometimiento, es necesario que ambas partes gocen de una verdadera igualdad de derechos, es decir,
que tanto Rusia como Finlandia tengan
derecho a disentir. Esto es tan claro
como la luz del día.
Solamente con la
“libertad de separación” puede expresarse este derecho. Solo cuando tenga
libertad de separarse Finlandia estará verdaderamente en situación de llegar a
un “acuerdo” con Rusia acerca de si se separa o no. Sin esta condición, sin
reconocer el derecho de separación, toda charla sobre un “acuerdo”, es
engañarse a sí mismo y engañar al pueblo.
El Comité de
Organización debió decir a los finlandeses lisa y llanamente si reconocía o no
el derecho de separación. Pero, al igual que los kadetes, oscureció el
problema, renegando así de la libertad de separación. Debió atacar a la
burguesía rusa por negar a las naciones oprimidas el derecho a separarse,
negación que equivale a la anexión.
En lugar de esto, el Comité de Organización ataca a los finlandeses
previniéndoles que las tendencias “separatistas” ¡¡fortalecerán las tendencias
centralistas!! En otras palabras, el Comité de Organización amenaza a los
finlandeses con el fortalecimiento de la burguesía anexionista gran rusa, que
es exactamente lo que hicieron siempre los kadetes, el mismo disfraz bajo el
cual siguen su política anexionista
Ródichev y Cía.
He aquí una
interpretación práctica y clara del problema de las anexiones del cual “todos”
hablan hoy, pero temiendo hacer frente al problema: estar en contra de la libertad de separación es estar por las anexiones.
Los zares llevaron a
cabo una brutal política de anexiones, cambiando una nación por otra por
acuerdos con otros monarcas (reparto de Polonia, convenio con Napoleón sobre
Finlandia, etc.), exactamente igual que los terratenientes cambiaban entre sí
sus campesinos siervos. La burguesía, hoy republicana, practica la misma política de anexiones, aunque
de un modo más sutil, menos abierto, prometiendo un “acuerdo”, pero quitando la única garantía efectiva de
igualdad real al realizar un acuerdo; es decir, la libertad de separación. El
Comité de Organización se arrastra a la cola de la burguesía y en la práctica
se coloca junto a ella (Birshevka que
reprodujo todos los pasajes más importantes del artículo de Rabóchaia Gazeta y aprobó la respuesta
del Comité de Organización a los finlandeses, tenía razón al llamarla una “lección
de la democracia rusa” a los finlandeses. Rabóchaia
Gazeta merecía ese beso de Birshevka).
En su conferencia, el
partido del proletariado (los “bolcheviques”) confirmó una vez más, en su
resolución sobre el problema nacional, la libertad de separación.
El agrupamiento de
las clases y partidos es claro.
Los pequeños
burgueses se dejan intimidar por el espectro de la aterrada burguesía; esto es
lo esencial de la política de los socialdemócratas mencheviques y de los
socialistas revolucionarios*. Tienen “miedo” a la separación. Pero los
proletarios con conciencia de clase no
la temen. Tanto Noruega como Suecia salieron ganando cuando en 1905 Noruega se
separó libremente de Suecia: contribuyó a la confianza mutua entre las dos
naciones, favoreció el acercamiento voluntario entre ellas, eliminó la tirantez
absurda y destructiva, fortaleció las mutuas relaciones en el aspecto económico, político, cultural y social y
fortaleció los vínculos fraternales entre los obreros de ambos países.
¡Camaradas obreros y
campesinos! ¡No se dejen influir por la política anexionista de los
capitalistas rusos, de Guchkov, de Miliukov, del gobierno provisional, hacia
Finlandia, Curlandia, Ucrania, etc.! ¡No teman reconocer la libertad a la
separación de todas esas naciones! No es por la fuerza como se ha de atraer a
los pueblos a la alianza con los gran rusos, sino por un acuerdo realmente
voluntario, realmente libre, que es imposible
sin la libertad de separación.
Cuanto más libre sea
Rusia, cuanto más resueltamente reconozca nuestra república la libertad de
separación de todas las naciones no gran rusas, con mayor fuerza los demás
pueblos se sentirán atraídos a
aliarse con el nuestro, menor tirantez habrá, más raros serán los casos de
verdadera separación, más corto el período de separación, más estrechos y más
fuertes serán a la larga, los lazos de alianza fraternal entre la república
proletario-campesina rusa y las repúblicas de todas las otras naciones.
—Lenin: “Finlandia y Rusia”, Pravda,
46. alea, 1917ko maiatzaren 15a (2a). Obras Completas, tomo 25; Akal
argitaletxea.
Iraultza sobietarra: finlandieraz eta errusieraz idatzitako pankartak askatasuna eskatzen |