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Toda
“nación
sublevada” se “defiende” a sí misma, defiende su idioma,
su
territorio, su patria contra la nación opresora.
Toda
opresión nacional provoca la resistencia de las amplias
masas
del
pueblo, y la resistencia de la población oprimida nacionalmente,
siempre
tiende a la insurrección nacional. A menudo
(sobre
todo en Austria y Rusia), vemos que la burguesía de las
naciones
oprimidas sólo habla de insurrección nacional, mientras
que
en la práctica hace pactos reaccionarios con la burguesía de
la
nación opresora, a espaldas de su propio pueblo y contra él.
En
esos casos, la crítica de los marxistas revolucionarios no debe
ser
dirigida contra el movimiento nacional, sino contra su degradación,
su vulgarización,
contra la tendencia a reducirlo a una
disputa
mezquina.