“...un ministro socialista, en un gobierno burgués,
es antimarxista por función de su cargo, ya que su voluntad está también
determinada por las condiciones sociales que le rodean. Al encomendarle la
burguesía las gestiones de sus asuntos y la administración de su dominación de
clase...”
Gerra Zibila Iberian |
LA CRISIS DEL PARTIDO SOCIALISTA ESPAÑOL
(por J.L. Arenillas* en “Comunismo”)
[...]
S
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i son marxistas, deben admitir que si las
condiciones de existencia dominan al hombre y determinan por su manera de vivir
su modo de pensar, un ministro socialista, en un gobierno burgués, es
antimarxista por función de su cargo, ya que su voluntad está también
determinada por las condiciones sociales que le rodean. Al encomendarle la
burguesía las gestiones de sus asuntos y la administración de su dominación de
clase, los ministros sedicentes obreros se ven obligados a repudiar la teoría
marxista, que es el álgebra de la emancipación del proletariado. Es innegable
que los ex ministros y los ex altos funcionarios socialistas han puesto su
talento al servicio de la clase burguesa, actuando de válvula de seguridad que
daba salida al descontento de las masas y garantizaba la estabilidad del
capitalismo y su dominación de clase. Y si se les ofreciera otra oportunidad de
colaborar, no repararían en cometer nuevamente las mismas torpezas y los mismos
errores que encaminan al proletariado español a su derrota. ¿A qué obedecen
estas últimas maniobras parlamentarias, esos discursos encendidos de fervor
republicano y patriotero, sino a un deseo incontenible de ocupar los cargos que
la burguesía les hizo abandonar? ¿A qué ese afán de lograr la unidad de los
republicanos, cuando debieran dedicar todas sus energías y todas sus
actividades a conseguir la unión de la clase obrera y la incorporación de la
pequeña burguesía a la causa de la revolución social? La revolución no debe
engañarnos nuevamente. Conviene reconocer a tiempo que hay hombres e ideas que
estorban a la marcha de la revolución, que nunca podrán acomodarse a los nuevos
métodos de lucha, y que, por consiguiente, en estos momentos históricos de
tanta transcendencia, es una obligación abandonarlos a su propia suerte.
[...]
El movimiento obrero no
tiene otra salida que la REVOLUCIÓN. La clase obrera se ve obligada a
conquistar el estado para organizar la gestión colectiva de los medios de
producción.
La existencia de un
PARTIDO revolucionario, que represente
efectivamente los intereses generales y permanentes de la clase obrera,
sometido a un control constante de las masas laboriosas, es la condición que
asegura la acentuación de la conciencia de clase del proletariado, la
liquidación del reformismo y del sectarismo, la unidad de la clase obrera y la
emancipación del trabajo y de los trabajadores.
30 de julio
de 1934
—Jose
Luis ARENILLAS, Comunismo*, nº37, agosto de 1934.
Reproducido
en Revista COMUNISMO
(1931-1934) La herencia del marxismo español (Ed.Fontamara,
1978)
*‘Comunismo’: Órgano teórico de la Oposición Internacional en España
* ARENILLAS, JOSE LUIS (1904
-1938).— Médico de una cofradía de pescadores de Bilbao. Miembro de la
Izquierda Comunista desde 1932. Colaboró, además de en “Comunismo”, en “La
Batalla”, y escribió varios trabajos sobre la cuestión nacional vasca. Organizó
la primera columna de milicianos de Bilbao al estallar la guerra civil. Jefe de
sanidad del ejército de Euskadi, luego del ejército del Norte. Encabeza la
última resistencia armada en Santander. Cae prisionero en agosto de 1937, en
Santoña, y es ejecutado a garrote en Bilbao en marzo de 1938. [Según Ed.
Fontamara, 1978]. J.L. Arenillas abandonó el trotskismo para ingresar en el centrista
POUM.
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